martes, 28 de junio de 2011

Ingeniería Aqueménida III. Presas y qanāts.

Es muy conocido que los monarcas Aqueménidas cuidaron, supervisaron e impulsaron las técnicas de regadío en Irán, por ejemplo con el aprovisionamiento de aguas subterráneas, que hacían llevar a los campos a través de largos canales subterráneos que aprovechaban la pendiente natural del terreno (en árabe qanāt, en persa kariz). Del mismo modo, hay que tener en cuenta, que los persas exportaron sus conocimientos en esta materia a todas las regiones de su imperio, pues se han encontrado restos arqueológicos de estas obras de irrigación en los puntos más lejanos del imperio, como en la Bactriana y en el oasis de Kharga, en Egipto. Del mismo modo, las fuentes antiguas mencionan estas construcciones. Por ejemplo, tenemos conocimiento de la existencia de estos qanāts al pie del Elburz cuando se estudia la narración de Polibio (X, 28) del trayecto seguido por el monarca Seléucida Antíoco III, donde se menciona la presencia de una serie de qanāts que fueron perforados por iniciativa del poder Aqueménida, siguiendo éstos la antigua vía del Jorasán, estando abandonados, como indica Polibio, durante el periodo Arsácida.

En qué consistían estas estructuras. En primer lugar se cavaba un pozo principal sobre una colina, ya que el agua es más abundante en las montañas debido a la elevación orográfica, hasta alcanzar el acuífero o una fuente de agua subterránea similar, cuya presencia era reconocible por la humedad del suelo o por la existencia de vegetación con raíces profundas. Cuando se identificaba uno de estos lugares, se excavaba un pozo a modo de ensayo para determinar si el flujo de agua era suficiente para justificar la construcción. Posteriormente se construía un túnel casi horizontal desde el pie de la colina hasta la fuente de agua. Éste tenía que tener un ligero declive para permitir el descenso del agua, por un lado, y su control y racionamiento, por el otro. Cuanto más largo era el qanāt, menor debía de ser su declive. Además de este pozo, se cavaban otros pozos secundarios que unían el túnel horizontal con la superficie. Su objetivo era proveer ventilación para su construcción y mantenimiento, así como una vía de acceso para los trabajadores, y de la salida para la tierra retirada. El agua desembocaba así, generalmente, en forma de cascada, y podía ser contenida por medio de presas y pequeñas lagunas artificiales. Desde allí, los canales de riego llevaban el agua hacia el área cultivable.

Debido a su carácter subterráneo, que previene la evaporación, ya que los sistemas de canal abierto eran especialmente ineficientes en el clima extremadamente seco y caliente de la meseta iraní, el qanāt era útil para transportar el agua a largas distancias, siendo éstas incluso de hasta 70 kilómetros como se observa en Kerman. El eje vertical por lo general oscila entre los 20 y los 200 metros de profundidad, aunque los qanāts hallados en la provincia de Jorasán alcanzan hasta los 275 metros. Algunos tipos de qanāt que utilizaban zanjas profundas en lugar de túneles, sólo se aplicaban para distancias más cortas. Este sistema permitió a la dinastía Aqueménida mantener sus huertas y jardines, así como fomentar la agricultura. Aunque los métodos de construcción son simples, la construcción de uno de estos qanāt requería una compresión detallada de la geología subterránea y un elevado grado de sofisticación de la ingeniería. El gradiente del qanāt debía de ser cuidadosamente controlado, ya que si era demasiado superficial podía haber provocado la ausencia de flujo y si era demasiado excesivo podría haber dado lugar a una erosión excesiva que conllevaría al colapso del qanāt. Del mismo modo, una mala interpretación de las condiciones del suelo podía llevar a su derrumbe.

También se construyeron presas con este y otros fines (canalización del agua, almacenaje del agua potable) como bien se ha demostrado para el caso de Irán. La presa de Bard Burideh II (Kāmfīruz, Irán) es un buen ejemplo de estas construcciones. Ésta es una enorme estructura de piedra de 82 metros de longitud, de 6,5 metros de anchura, y de 3,4 metros de altura. Hay cinco aberturas a través de la estructura, con una sexta en la parte central que debe de ser reconstruida ya que fue demolida, por lo que el nivel del agua podía ser controlado por medio de estas esclusas. Estas aberturas, de 1,85 metros de altitud, con un arco redondeado en el lado occidental de 2 metros de anchura, y con una estrechez de 1,5 metros de anchura en la zona de contracorriente. La superficie superior llana no se extiende hacia el lado oeste, siendo solamente de 5,5 metros de anchura. La estructura está hecha con bloques de piedra caliza, los cuales fueron cortados de una cantera situada en la vecindad inmediata de la presa; los bloques estaban bien adobados, con una talla que varía entre 3 x 2 x 1 metros y 0,50 x 0,30 x 0,17 metros, estando unidos mediante grapas de hierro.

Alrededor del año 400 a.C., a juzgar por lo que nos transmiten las fuentes, ya que la arqueología está muda en este aspecto, los ingenieros Aqueménidas ya habían dominado la técnica del almacenamiento de hielo en pleno verano en el desierto. El hielo podía ser llevado durante el invierno desde las montañas cercanas, almacenándose en unas estructuras especiales, una especie de refrigeradores con enfriamiento natural denominadas yakhchal (es decir, pozos de hielo). De este modo, se preparaba un gran espacio subterráneo con gruesos muros de aislamiento que estaba conectado a un qanāt, y que contaba con un sistema de captadores de viento o torres que se utilizaban para extraer el aire fresco subterráneo desde el qanāt para mantener la temperatura en el interior del espacio en niveles bajos, incluso durante los calurosos días de verano. Como resultado, el hielo se derretía lentamente y el hielo estaba disponible durante todo el año. 

Estructura de un qanat

Reconstrucción de la presa de Dorudzan

Yakhchal

Bibliografía específica:
BECKETT, P. 1952a. “Qanats in Persia”, Journal of the Iran Society 1/4, pp. 125-33. 
BECKETT, P. 1952b. “Qanats around Kirman”, Royal Central Asian Journal 39/2, pp. 47-58. 
BERGNER, K. 1936. “Bericht über unbekannte Achaemenidische Ruinen in der Ebene von Persepolis”, AMI 8, pp. 1-4. 
BONINE, M. E. 1982. “From Qanāt to Kort: Traditional Irrigation Terminology and Practices in Central Iran”, Iran 20, 1982, pp. 145-59. 
BONINE, M. E. 1989. “Qanats, Field Systems and Morphology: Rectangularity on the Iranian Plateau”, en P. Beaumont, M. E. Bonine & K. McLachlan (eds.), Qanat, Kariz and Khattara: Traditional Water Systems in the Middle East and North Africa, Londres, pp. 35-59. 
BOUCHARLAT, R. 2003. “Iron Age Water-Draining Galleries and the Iranian ‘Qanat’”, en D. Potts et al. (eds.), Archaeology of the United Arab Emirates: Proceedings of the First International Conference on the Archaeology of the U.A.E. in Abu Dhabi in 2001, Londres, pp. 162-172. 
BRIANT, P. 2001. Irrigation et drainage dans l´Antiquité, qanats et canalisations souterraines en Iran, en Égypte, et en Grèce, Paris. 
ENGLISH, P. W. 1968. "The Origin and Spread of Qanats in the Old World", Proceedings of the American Philosophical Society 112/3 (1968) 170-181. 
NICHOL, M. B. 1970. “Rescue excavations near Dorudzan”, EW 20, pp. 245-284. 
SUMNER, W. M. 1986. “Achaemenid settlement in the Persepolis Plain”, AJA 90, pp. 1-31.

domingo, 26 de junio de 2011

La batalla de Gaugamela (331 a.C.)

En la primavera del año 331 a.C., Alejandro abandonó Egipto y, a través de Siria, se dirigió a Mesopotamia, cruzando el Éufrates y el Tigris, para buscar el corazón del imperio gobernado por los monarcas Aqueménidas. Darío había concentrado mientras tanto un gigantesco ejército, que chocó con el macedonio en la llanura de Gaugamela, cerca de Nínive, el 1 de octubre del año 331 a.C. (la fecha, discutida desde hace mucho tiempo, ahora es segura). La ubicación exacta de la batalla, a unos 60 kilómetros de la moderna Arbil (antigua Arbelas), no se puede recuperar; la especulación basada en la toponimia moderna es inútil. Las fuentes parecen colocar el lugar del enfrentamiento al sur del Jabal Maqlūb, cerca de la cordillera de ‘Ayn-al-Șafrā’, en las inmediaciones del río Jomel, al este de Mosul y sobre Kermales y Qaraqoš. Un sitio al norte del Maqlūb cerca de Tell Jomel, frecuentemente sugerido, probablemente es el lugar donde Alejandro atacó con el sol en sus ojos. 

 Retornemos de nuevo a los preparativos de la batalla. En el verano del año 331 a.C. Alejandro se trasladó al este desde Tiro, mientras Darío III, recaudando tributos de las satrapías centrales y orientales de su imperio, se dirigió al norte desde Babilonia vía Arbelas, para alcanzar una amplia llanura en la que sus carros escitas podían acoplarse perfectamente y donde su caballería pudiera tener una ventaja decisiva. Algunas de sus tropas estaban equipadas con el sarissae de estilo macedonio (como se observa en el mosaico de Alejandro) y con largas espadas (Diodoro, XVII, 53.1). Las cifras aportadas por nuestras fuentes, que mencionan entre 40.000 y 200.000 piezas de caballería y entre 200.000 y un millón de infantería, son excesivas, aunque con su excelente caballería, reforzada por las catafractas sakas aliadas (Arriano, III, 13.4), esperaba envolver y destruir a la caballería de Alejandro. Su infantería, cualquiera que fuera su número, no podía esperar resistir a la falange, a excepción de algunos mercenarios griegos colocados cerca de Darío III. 

Alejandro cruzó el Éufrates en Thapsaco. Mazaeo, un noble persa  y gobernador de Babilonia, fue destacado con una pequeña fuerza para observarle y dirigirle hacia Darío III, puesto que querían que la batalla se produjese en el sitio elegido por los persas. Envió “desertores” para que informaran a Alejandro de la posición del Aqueménida e intentó acosar al macedonio quemando aldeas y víveres, aunque tenían instrucciones de no destruir los cruces de los ríos. Alejandro se dirigió al noreste para cruzar el Tigris cerca de Mosul y, a continuación, estacionó a sus tropas para que descansaran. El 20 de septiembre un eclipse lunar se produjo y fue interpretado como un augurio de la derrota de Darío III. Alejandro volvió a avanzar y nuevamente estacionó a sus tropas y fortificó su campamento. El día 30 de septiembre, llegando a la vista de Darío, pasó el día de reconocimiento, manteniendo al enemigo durante el día en alerta y despierto toda la noche. Darío III se había encerrado en una perfecta posición defensiva, dejando la ventaja táctica a un maestro de la estrategia. 

Las fuentes antiguas han oscurecido los detalles de la batalla. La narración de Arriano es insatisfactoria, y las de Quinto-Curcio y Diodoro, basándose en la dramatización de la “vulgata de Alejandro”, son confusas y no pueden utilizarse con confianza para complementar a la de Arriano. De todas formas, algunos acontecimientos son bastante claros. Darío III se encontraba en el centro de su línea, mientras que su caballería se superponía en línea a Alejandro en ambas alas. Alejandro, como de costumbre, estaba estacionado a la derecha junto con la caballería macedónica; la falange se mantenía en el centro y Parmenión, con la caballería griega (especialmente tesalia), se encontraba a la izquierda. Dispuso, además, guardias en ambosflancos y alas para protegerse de un posible cerco, y había reducido drásticamente su frente mediante la creación de una segunda línea de infantería. Alejandro, al comenzar la batalla, se desplazó oblicuamente hacia la derecha, amenazando con abandonar el campo de batalla para flanquear el ala izquierda de Darío III. El monarca Aqueménida lanzó sus carros escitas y envió a su mejor caballería hacia la izquierda, lo que creó una brecha cerca de su centro, por la que penetró la caballería macedonia, mientras la falange atacaba frontalmente, lo que condujo a la confusión de Darío y sus guardias. 

En serio peligro personal, el monarca Aqueménida fue persuadido para huir y salvar así su reino. Una vez más, la caballería macedonia deshizo la formación persa y obligó al Gran Rey a huir hacia las regiones interiores del imperio. Como Alejandro decidió perseguir a Darío, esto originó una laguna en el centro y en la izquierda de la línea macedonia, penetrando las tropas persas e indias en el campamento situado detrás de la línea, aunque lo saquearon en lugar de acabar con el enemigo. Alejandro, interesado principalmente en capturar a Darío, siguió al rey hasta el anochecer, dejando a Parmenión para mantener la línea lo mejor que pudo. Se dice que Parmenión envió un llamamiento de ayuda a Alejandro, pero si éste llegó y si el monarca macedonio actuó de acuerdo a él es totalmente incierto. Sin embargo, las noticias de la huida de Darío, y en el momento quizás el rumor de su muerte, alcanzaron con éxito al flanco occidental persa, que fue reducido por la caballería tesalia. Los restos del flanco oriental persa fueron capturados por Alejandro y su caballería tras su regreso de la infructuosa búsqueda de Darío III. Siguieron quizás los más feroces combates de toda la batalla, aunque al final los persas fueron asesinados o dispersados. El último ejército Aqueménida había sido desintegrado. Darío, con una pequeña fuerza, huyó a Ecbatana, abandonando sus otras capitales al vencedor. Mazaeo, que había comandado el flanco derecho persa, huyó a Babilonia. Veinte días después de la batalla, se rindió a Alejandro, quien le designó sátrapa.

                       

                       

Bibliografía específica:
ATKINSON, J. E. 1980. Commentary on Q. Curtius Rufus’ Historiae Alexandri Magni Books 3 and 4, Amsterdam/Uitshoorn, 1980, pp. 376-91, 399-455, 486-488.
BOSWORTH, A. B. 1980. Historical Commentary on Arrian’s History of Alexander I, Oxford, pp. 285-313.
DEVINE, A. M. 1975. “Grand Tactics at Gaugamela”, Phoenix 29, pp. 375-384.
HAMMOND, N. G. L. 1980. Alexander the Great, Bristol/Park Ridge, N. J., pp. 131-149.
MARSDEN, E. W. 1964. The Campaign of Gaugamela, Liverpool.
SUSHKO, A. 1936. Gaugamela, the Modern Qaraqosh, Chicago.

lunes, 20 de junio de 2011

Ingeniería Aqueménida II. Los Puentes.

Siguiendo con la ingeniería Aqueménida, hay otros puntos que deben de ser tenidos en cuenta. No hace falta hacer mucha mención de las grandes construcciones arquitectónicas Aqueménidas pues existen multitud de referencias y trabajos en relación a la técnica constructiva y al aspecto de los impresionantes palacios Aqueménidas de por ejemplo Susa, Persépolis y Pasargadā. Haré por ello mención de otras construcciones mucho menos conocidas que requerían un alto nivel técnico, por lo que seguiré, después de hacer alusión a los caminos, con los puentes.

Las fuentes antiguas enumeran en multitud de ocasiones el paso de un río o de la construcción de un puente para franquearlo, fundamentalmente cuando describen campañas militares. Gracias a estos relatos podemos decir que la gran mayoría de puentes existentes a lo largo del vasto imperio dominado por la dinastía Aqueménida eran puentes de barcos (neusipéretos). Así, ríos, donde las variaciones del nivel de sus aguas eran considerables de una estación a otra, como los mesopotámicos, era incomparablemente mucho más cómodo cruzarlos con puentes de barcos. Sabemos que esta técnica ya estaba presente con anterioridad, como por ejemplo durante el periodo neo-asirio, por lo que los persas lo adaptaron para sus propios intereses. Sabemos que, por ejemplo, en el 513 a.C., para pasar a Europa, Darío consiguió establecer uno de estos puentes de barcos sobre el Bósforo tracio. Los ingenieros Aqueménidas consiguieron unir ambos lados del Bósforo hundiendo barcos de extremo a extremo para asegurar unos cimientos. A continuación construyeron un camino por encima que conectaba Asia con Europa. El entramado de tablones, bajo el que se extendió arena prensada, quizá para mantener seca la madera y reforzar así la estabilidad del camino, sirvió para impedir que las embarcaciones se tambalearan. Para ello tuvieron que usar un sistema de anclaje de un peso determinado, ya que si era excesivo los barcos podían inclinarse demasiado y sufrir daños. El que los tablones se mantuvieran intactos a pesar no sólo del peso de todo el ejército que los cruzaba sino también del oleaje del Bósforo, demuestra que la construcción fue toda una maravilla de la ingeniería.

El arquitecto Mandrocles de Samos (Heródoto, IV, 87-88), en el 480 a.C., bajo las órdenes de Jerjes, inspirado este último por la hazañas de su padre, construyó dos puentes que superarían con creces el puente que Darío levantó sobre el Bósforo. Los puentes fueron echados sobre el Helesponto, a partir de Abydos, sobre una anchura de siete estadios, compuesto por 360 y 314 barcos respectivamente. Después de una primera prueba infructuosa (los puentes fueron arrastrados por una tempestad), los ingenieros tuvieron éxito con su apuesta técnica. De acuerdo con la descripción dada por Heródoto (VII, 36):

“Y esta fue la paga que se dio a aquellos ingenieros a quienes se había confiado la negra honra de construir el puente: otros arquitectos fueron señalados, los que lo dispusieron en esta forma: iban ordenando sus penteconteras y también sus galeras vecinas entre sí, haciendo de ellas dos líneas: la que estaba del lado del Ponto Euxino se componía de 360 naves, la otra opuesta del lado del Helesponto, de 314; aquella las tenía puestas de travesía, ésta las tenía según la corriente, para que las cuerdas que las ataban se apretasen con la agitación y fluctuación. Ordenados así los barcos, los afirmaban con protecciones de un tamaño mayor, las unas del lado del Ponto Euxino, para resistir a los vientos que soplaran de la parte interior del mismo, las otras del lado de Poniente y del mar Egeo para resistir al Euro y al Noto. Dejaron entre las penteconteras y las galeras paso abierto en tres lugares para que por él pudiera navegar el que quisiera con barcas pequeñas hacia el Ponto, y del Ponto hacia fuera.

Hecho esto, con unos cabrestantes desde la orilla iban tirando los cables que unían las naves, pero no como antes, cada especie de maromas por sí y por lados diferentes, sino que a cada línea de las naves aplicaban dos cuerdas de lino adobado y cuatro de byblos. Lo recio de ellas venía en todas a ser lo mismo a la vista, si bien por buena razón debían de ser más robustas las de lino, de las cuales pesaba cada codo un talento. Una vez cerrado el paso con las naves unidas, aserrando unos grandes tablones, hechos a la medida de la anchura del puente, los iban ajustando sobre las cuerdas tendidas y apretadas encima de las barcas: ordenados así los tablones, los trabaron otra vez por encima, y hecho esto, los cubrieron de fagina y encima acarrearon tierra. Tiraron después un parapeto por uno y otro lado del puente, para que no se espantaran los animales y caballos viendo el mar debajo. Después de haber dado fin a la maniobra de los puentes, y de llegar al rey el aviso de que estaban hechas todas las obras en el monte Atos, acabada ya la fosa y levantados unos diques a una y otra extremidad de ella, para que cerrado el paso a la avenida del mar, impidieran que se llenasen las bocas del canal…”

Lo interesante es que se alinearon 674 embarcaciones. ¿Cómo pudieron mantenerlos estables? Debió de ser toda una proeza porque el Bósforo no es un mar precisamente tranquilo, sino más bien lo contrario. La hilera de barcos permaneció en su sitio gracias a un sistema de cuerdas muy tensas, seguramente dos cuerdas muy largas tendidas entre Asia y Europa, que mantenían estables las naves. Las sogas permitían a los botes tener la suficiente flexibilidad de movimiento en las turbulentas aguas. Cada sección del puente estaba construida sobre dos embarcaciones conectadas por tablones, de modo que la barrera que formaban pudiera detener las olas, absorbiendo gran parte de la inestabilidad de la superficie. A continuación, los ingenieros Aqueménidas construyeron una plataforma que cubría todos los barcos y encima de todo aquello la calzada, que con cada tablón de madera se iba armando una autopista que cruzaba el Helesponto. Lo increíble fue que, tras los diez días de construcción, Jerjes avanzó por el puente hacia Europa, y ni el peso del ejército ni la rudeza de las aguas del Bósforo pudieron quebrar esas tablas.

Junto a estos puentes de barcos existían otros puentes de carácter “permanente” (guefira). Jenofonte informa de la presencia de estos puentes en Babilonia (Anab., II, 4.13), donde en la Calle de la Procesión de esta ciudad existía un puente construido con pilares de piedra caliza y ladrillos tallados a modo de pontones dispuestos río arriba. Estos puentes de piedra también han sido hallados en las inmediaciones de Persépolis y Pasargadā, del mismo modo que una tablilla mesopotámica, fechada en el reinado de Darío, menciona la existencia de uno de estos puentes en Borsippa, aunque la naturaleza del puente no es especificada en el texto.

En Pasargadā, a 150 metros de las puertas de entrada a la ciudad, se halló un bloque blanco de piedra caliza que apenas sobresalía a la superficie de la tierra. En la investigación llevada a cabo se determinó que este bloque de piedra formaba parte de los cimientos enterrados de un puente, que habría atravesado un canal grande o un arroyo, cuya línea natural de drenaje cruzaba el sitio. En cierto modo los cimientos excavados consisten en dos paredes laterales opuestas, de piedra caliza, con cinco filas de tres columnas entre ellas. Casi cuadrado en el plano, el puente original podía haber tenido una anchura de 15,95 metros y una extensión de 15,65 metros. El espacio medio entre las columnas, medidas de centro a centro, es de 3,90 metros, mientras que la mayoría de las columnas poseen un diámetro de 85 centímetros. La altura original de cada columna habría excedido los 2 metros. Cada una de ellas se levanta sobre unos guijarros apisonados por un tosco, pero cuadrado, soporte de piedra que se encuentra debajo de un pesado tambor erosionado. Los capiteles de piedra de estas columnas no fueron encontrados, y, probablemente, no fueron utilizados. La pared lateral del noroeste tiene 15,95 metros de largo mientras que la del lado sureste es 15 centímetros más larga, estando ambas paredes compuestas por bloques bien vestidos de piedra caliza. Las dos paredes alcanzan una altura máxima de 2,36 metros y las hendiduras de la viga parecen haber tenido 1 metro de anchura aproximadamente.

Además se conocen pocas estructuras comparables para poder datarlo. A 2 kilómetros al oeste de Persépolis hay enterrado, en parte, un fragmento de un “puente”, compuesto solamente de bloques de piedra datados en el siglo VI a.C. El puente-presa hallado en Dorudzān, a 50 kilómetros al norte de Persépolis, es también una construcción muy pesada, toda de piedra, y las formas de sus abrazaderas evidencian una fecha posterior al 500 a.C. Además, en uno de los estratos del hallazgo, se han encontrado restos de fibra de madera junto a restos de carbón, que han sido interpretados como parte de un puente de madera, quizás asociado con la estructura de piedra, que fue incendiado y que atravesaría el canal del río. El paralelo más cercano al puente de Pasargadā y al de Dorudzān es otra estructura, cuya datación también es incierta. Este puente, hallado en Istakhr, ofrece un número considerable de paralelos como son la presencia de altos pilares de piedra, la dependencia de una superestructura de madera, y una anchura inesperada, en este caso de 10,85 metros, frente a una extensión de 16,20 metros.


Uno de los dos puente de Jerjes que fueron construidos con 360 y 314 barcos respectivamente

El Puente de Pasargāda. Plano

El Puente de Pasargāda. Plano Vista Axiométrica

El Puente de Pasargāda.Vista Lateral

Bibliografía específica:
BERGAMINI, G. 1977. “Levels of Babylon reconsidered”, Mesopotamia 12, pp. 111-152.
BERGNER, K. 1936. “Bericht über unbekannte Achaemenidische Ruinen in der Ebene von Persepolis”, AMI 8, pp. 1-4.
NICHOL, M. B. 1970. “Rescue excavations near Dorudzan”, EW 20, pp. 245-284.
STRONACH, D. 1978. Pasargadae. A report on the excavations conducted by the British Institute of Persian Studies from 1961 to 1963, Oxford.
SUMNER, W. M. 1986. “Achaemenid settlement in the Persepolis Plain”, AJA 90, pp. 1-31.

Alejandro en Siria-Palestina: Los sitios de Tiro y Gaza

Siguiendo con las grandes batallas acontecidas durante la campaña de Alejandro, la noticia de su victoria en Issos impulsó a gran parte del mundo griego a alinearse con Alejandro y frenó de momento las tendencias antimacedonias, a excepción de la revoltosa Esparta. La ayuda griega permitió reactivar la guerra en el Egeo, donde los persas fueron perdiendo una posición tras otra. Alejandro, consciente de la necesidad de expulsar a los persas del mar, ya que estos podían llevar la guerra a Grecia, decidió la conquista de las regiones costeras de Siria y Palestina, para convertir el conflicto en una guerra de conquista continental. Una tras otras, las ciudades portuarias fenicias (Biblos, Trípoli, Sidón) se entregaron al conquistador. Sólo Tiro ofreció resistencia y obligó a Alejandro a un largo asedio de casi ocho meses (de enero a julio del 332 a.C.), debido, fundamentalmente, a que la ciudad de Tiro estaba situada en una isla emplazada a casi un kilómetro de distancia de la costa. Además, ésta estaba rodeada por recios muros de hasta 45 metros de altura que llegaban hasta el mar, a lo que se unió que Alejandro no contaba con una flota que le ayudara a la hora de sitiar con mayor efectividad la ciudad.

Alejandro intentó resolver el problema del sitio de Tiro construyendo un istmo artificial con las piedras de la Tiro abandonada en el continente y otros materiales que se encontraban a su alcance. Fue una obra ardua puesto que las tormentas destruían a menudo parte de la construcción, y cuando ya estaba cerca de la isla, eran los soldados de Tiro los que con flechas y proyectiles impedían los trabajos. Los macedonios construyeron unas torres de madera, pero los tirios las incendiaron y destruyeron en una salida de sus naves y al final una gran tormenta destruyó todo el trabajo. Alejandro decidió comenzar de nuevo haciendo un istmo más amplio y en diagonal suroeste, y al mismo tiempo reclutó una potente flota de Sidón, Soli, Mallos y otras ciudades fenicias y chipriotas que ya se encontraban bajo su poder, consiguiendo bloquear a la flota tiria. Mientras hacia el istmo realizó el macedonio una incursión hacia el interior para capturar árabes, a los que envió a talar madera a las montañas del Líbano. Cuando Alejandro volvió al istmo ya estaba muy avanzado y los intentos de los tirios por destruirlo, a pesar de algún éxito parcial, habían fracasado. Los tirios enviaron a las mujeres, ancianos y niños a Cartago aprovechando un despiste de la flota sidonia y cerraron las bocas de sus dos puertos. Alejandro, utilizando máquinas de asedio y tras una lucha feroz, ocupó la ciudad. Los ciudadanos de Tiro pagaron un alto precio por su resistencia, ya que 8.000 de ellos murieron en el combate, 2.000 fueron crucificados y 30.000 fueron vendidos como esclavos como venganza por la muerte de algunos macedonios. Sin embargo, el rey de Tiro y los magistrados fueron respetados.

 Tras la caída de Tiro, las únicas posibles dificultades antes de alcanzar Egipto eran las ciudades fortificadas de Acre y Gaza. Alejandro no encontró resistencia ante la primera ciudad, penetrando sin oposición en Palestina hasta llegar a Gaza. El comandante Aqueménida de la ciudad era el eunuco Batis, que aprovisionó a la ciudad de soldados y víveres con el fin de resistir un largo sitio, intentando cerrar el paso a Egipto y dar tiempo a Darío III para que reorganizase su ejército. Conviene recordar que Gaza, durante el periodo Aqueménida, fue un enclave de gran importancia, puesto que se encontraba en un estratégico cruce de caminos, donde las caravanas procedentes del sur de Arabia, Siria y Egipto se cruzaban. Además, la ciudad estaba emplazada sobre una colina a 2 kilómetros de la costa y contaba con imponentes murallas, lo que impidió a los macedonios utilizar directamente máquinas de asedio contra éstas, por lo que tuvieron que construir un terraplén en la parte sur de la muralla para poder emplear con eficacia los arietes. Sin embargo la resistencia fue encarnizada y el propio Alejandro resultó herido en el hombro. Tras este revés, los macedonios desembarcaron las máquinas de asedio que utilizaron en Tiro y construyeron más terraplenes con el fin de atacar la ciudad desde varios puntos.

La estrategia funcionó y la ciudad acabó claudicando. Según Quinto-Curcio, tras capturar la ciudad, Alejandro ordenó que Batis fuera atado a un carro y arrastrado por toda la ciudad hasta morir. Sin embargo, ninguna otra fuente respalda esta anécdota, por lo que puede tratarse de un intento de equipar la figura de Alejandro con la de Aquiles arrastrando el cuerpo de Héctor de la misma forma. Darío III, consciente  ya de la gravedad del ataque macedonio, intentó propuestas de paz, que fueron rechazadas. Fue quizá entonces cuando los limitados propósitos que habían promovido la expedición se transformaron en la mente de Alejandro en un definitivo plan de conquista de todo el imperio Aqueménida. La conquista de la costa sirio-palestina abría el camino de Egipto, donde Alejandro fue recibido como un liberador e investido por los sacerdotes de Menfis con la doble corona de los faraones.



Bibliografía específica:
BRIANT, P. 1996. Histoire de l´enpire perse. De Cyrus à Alexandre, Paris.
ENGELS, D. W. 1978. Alexander the Great and the Logistics of the Macedonian Army, Berkeley/Los Angeles/London.
JONGELING, H. 2008. De belegering van Tyros door Alexander de Grote in 332 v.Chr: aanloop, verloop, afloop, Utrecht.

miércoles, 15 de junio de 2011

Ingeniería Aqueménida I. Los caminos

Mirando las estadísticas del blog he visto que alguien entró en él buscando información respecto a este tema. Como no sé exactamente qué es lo que buscaba trataré varios temas relacionados con la arquitectura y la ingeniería desarrollada por los Aqueménidas. Empezaré primero con lo que me es más conocido, pues en mi tesis doctoral, El sistema de caminos reales en el Imperio Persa Aqueménida, trato en un punto sobre la construcción de estas vías de comunicación. Cómo eran estas vías es en realidad muy incierto y sería muy poco realista visualizar algo así como una moderna carretera asfaltada. Lo que es seguro es que eran lo suficientemente amplias y sólidas como para dar cabida y soporte al peso de los carros, como así lo atestigua el repetido uso por parte de las fuentes griegas del término odos amaxitos, “camino de carro”, del mismo modo, se puede afirmar, que esta red viaria supuso todo un logro de la ingeniería, puesto que durante su recorrido se atravesaron montañas, ríos, bosques y desiertos. A tenor de las evidencias que nos transmiten las fuentes antiguas podemos decir que la gran mayoría de estos caminos eran de tierra, aunque bien balizados y cuidados por los persas. Gracias a la información transmitida por el Archivo de la Fortificación de Persépolis sabemos que existía un cuerpo de especialistas encargados de mantener libre de obstáculos estos caminos, lo que apunta así a la existencia de una organización oficial destinada a ampliar, modificar, reparar y trazar esta compleja red de caminos.

Secciones de lo que se piensa que eran caminos del período Aqueménida se han encontrado en el Fārs, cerca de Kūh-i Qale y Kūh-i Shahrak, demostrando que algunos de ellos estaban pavimentados. Sin embargo, a nivel tecnológico, estos caminos no se parecen en nada a las sofisticadas calzadas romanas. Estas secciones con guijarros y grava de piedra pavimentada  medían entre unos 5 y 7 metros de anchura. Por ejemplo, en Kūh-i Shahrak, el camino descubierto alcanzaba los 5 metros de anchura y fue construido con una capa de grava de piedra cuyo grosor alcanza los 15 centímetros. Además, en el lado sur, el camino tiene un bordillo hecho de piedras adobadas (30 x 20 x 17 centímetros).

También en Gordion, en Anatolia, se ha hallado un tramo pavimentado de un camino que mide aproximadamente 6,25 metros de anchura, con una superficie dura de grava, bordeada por una serie de sillares o bordillos de piedra en el margen, con una espina o cresta en el centro que divide el camino en dos carriles; el piso estaba formado por un pavimento uniformemente empedrado, sobre un basamento de grandes piedras. A pesar de que la estratigrafía lo data a finales del siglo VI a.C. la mayoría de los especialistas afirman que es romano, existiendo por ello una gran controversia entre los que defienden su origen Aqueménida y aquellos que postulan su ascendencia romana. Del mismo modo lo que se ha hallado dentro de las ciudades (Babilonia por ejemplo), esto es, caminos pavimentados con ladrillos a los que se les aplicaba una capa de brea o betún, no se ha constatado fuera de éstas.

Igualmente sabemos que otros caminos fueron entrecortados en las laderas montañosas para permitir el paso y, probablemente nivelados, para que fueran útiles para el tráfico rodado. Un ejemplo evidente lo constituye la garganta de Tang-i Bulaghi, sobre el río Pulvār, en el Fars. En este punto, donde la inundación del río Pulvār puede eliminar por completo cualquier pista sobre el recorrido de una antigua vía, el camino antiguo ocupaba un audaz corte en la roca situado a unos 30 metros sobre el lecho del río, extendiéndose sobre una longitud de más de 350 metros. En algunos puntos del camino se trabajó a una altura de 10 metros, teniendo la vía una anchura de aproximadamente 1,70 metros, suficiente como para que un animal de carga pasase con seguridad por ella. La cara perpendicular de la roca, en el extremo meridional del camino, presenta una serie de perillas o de repisas que pudieron haber sido utilizadas para apoyar un andamio durante las etapas finales del trabajo. Además, otras perillas, de 10 centímetros de altura y de 19 centímetros de longitud, son también observadas en la cara interna del camino, a lo largo de la mayor parte de su longitud, en intervalos que van generalmente de 90 centímetros y a una altura de 1,20 metros sobre la superficie del camino. Se observa que la vía fue rastrillada con cinceles, pues aparecen las marcas de estos instrumentos a cada lado de la ruta, atestiguando la dureza de la oscura piedra caliza y dando una idea de la enorme labor que requirió su trabajo.

De significación incierta son tres depresiones poco profundas, cada una de 18 x 11 centímetros de tamaño, que yacen sobre un surco de 1,70 metros de largo, exactamente en el centro del camino, cerca de su extremo septentrional. Quizás, estas depresiones, pueden estar indicando la presencia de una puerta que controló la entrada y la salida en este punto de la vía. Es también perceptible que, en la parte baja, sobre el borde exterior del camino, fue cortado en la roca un parapeto, indudablemente para garantizar la seguridad de aquellos individuos que viajaban a lo largo de la vía cuando el río presentaba su caudal más elevado, aunque es posible también que este parapeto fuera utilizado a modo de canal para cuando fuera necesaria la irrigación de los pequeños valles situados río abajo. No hay evidencias que permitan una datación segura, pero presumiblemente, un esfuerzo de estas magnitudes, realizado en las proximidades de Pasargadā, sugiere que sea adscrito al periodo aqueménida. Además, existen en Irán otros ejemplos que permiten una comparación. La misma técnica se empleó en un pasaje hallado a unos 30 kilómetros al noroeste de Persépolis, donde la vía se dirigía a través de un paso de montaña, siendo éste esculpido en la roca, midiendo unos 5 metros de ancho sobre los bancos del río Kur. Lamentablemente , en lo que se refiere a los caminos, no se poseen más datos de los aquí expuestos, esperemos que futuras excavaciones  arqueológicas puedan dar más luz a este tema tan oscuro y controvertido.

Sección de lo que podría ser un camino real excavado en Gordion, Turquía


Camino procesional en el templo de Ishtar en Assur


Camino procesional "Arburshabu" en Babilonia


Tang-e Bulaghi. Detalle del corte en la roca


Tang-e Bulaghi. Detalle del corte en la roca.

Bibliografía específica:
ATAI, M. & BOUCHARLAT, R. 2009. “An Achaemenid pavilion and other remains in Tang-i Bulaghi”, ARTA 2009.005, pp. 1-33.
FAZELI NASHLI, H. 2009. “The Achaemenid/Post Achaemenid Remains in Tang-i Bulaghi near Pasargadae: A Report on the Salvage excavations conducted by five joint teams in 2004-2007”, ARTA 2009.001, pp. 1-6.
FRENCH, D. H. 1980. “The Roman Road system of Asia Minor”, en H. Temporini & W. Haase (eds.), Aufstig und Niedergang der römischen Welt, II/7.2, pp. 698-729.  
KLEISS, W. 1981. Ein Abschnitt der achaemenidischen Königsstraße von Pasargada und Persepolis nach Susa, bei Naqsh-i Rustam, AMI N.F. 14, pp. 45-54.
NICHOL, M. B. 1970. “Rescue excavations near Dorudzan”, EW 20, pp. 245-284.
STARR, S. F. 1963. “The Persian Royal road in Turkey”, Yearbook of the American Philosophical Society, pp. 629-632.
STRONACH, D. 1978. Pasargadae. A report on the excavations conducted by the British Institute of Persian Studies from 1961 to 1963, Oxford.
SUMNER, W. M. 1986. “Achaemenid settlement in the Persepolis Plain”, AJA 90, pp. 1-31.
WELLES, B. 1934. Royal Correspondence in the Hellenistic Period, New Haven (Cartas 18 y 20, tratan de la reutilización de antiguos caminos Aqueménidas en época helenística).
YOUNG, R. S. 1958. “The Gordion campaign of 1957”, AJA 62, pp. 139-140.
YOUNG, R. S. 1963. “Gordion on the Royal Road”, Proocedings of the American Philosophical Society 107 (August 1963), pp. 348-364.

lunes, 13 de junio de 2011

La batalla de Issos (333 a.C.)

Tras la derrota Aqueménida a orillas del río Gránico, a excepción de algunos focos aislados de resistencia en Halicarnaso o Mileto, la resistencia organizada Aqueménida en Anatolia desaparece por completo. Con el propósito de neutralizar a la peligrosa flota persa, que al mando de Memmón operaba activamente en aguas del Egeo, y ante los preparativos Aqueménidas para la realización de una contraofensiva encabezada por el propio Darío III, Alejandro decidió abandonar la conquista de las zonas centrales y orientales de Anatolia, para acudir, atravesando Cilicia y la cadena del Tauro, al norte de Siria.

Una vez en Tarso, y conociendo que Darío III estaba preparando un gran ejército en Babilonia, Alejandro se dispuso a tomar el importante enclave estratégico del golfo de Issos, encargando a Parmenion tomar la costa alrededor de la ciudad de Issos. Esta región era de vital importancia, puesto que era el camino más directo de conexión entre el Mar Mediterráneo y el río Éufrates. Alejandro sabía que si Darío III conseguía alcanzar el Golfo de Issos, podía utilizar a la flota Aqueménida como apoyo, facilitando ésta el suministro de su ejército, así como le brindaba la oportunidad de desembarcar tropas en la retaguardia del macedonio, por lo que ante las noticias de que el inmenso ejército Aqueménida había entrado en Siria, Alejandro, en noviembre del año 333 a.C., decidió avanzar hacia el sur de Issos a través del formidable paso de las Puertas de Cilicia y Siria, ya mencionado por Jenofonte en su Anábasis.

Conociendo el movimiento de Alejandro, Darío III, optó por una ruta más septentrional para cortar las líneas de suministro de su enemigo, alcanzando la antigua ciudad de Issos, emplazada ésta en las proximidades de la moderna Iskenderum. Entonces, avanzó hacia el sur para alcanzar el río Pínaro, donde dispuso a sus tropas en línea de batalla en una estrecha llanura situada entre la costa y las montañas al conocer que Alejandro se había dirigido hacia el norte. Sin embargo, la situación del ejército Aqueménida en esta encajonada llanura impedía a Darío III sacar ventaja de la numerosa infantería que componía su ejército, desventaja táctica que sería fundamental en el desarrollo de la batalla. Alejandro, percatándose de esta circunstancia, envió algunas unidades de caballería desde el centro al flanco derecho. La ofensiva, cruzando el río Pínaro por un vado pobremente defendido por los persas, funcionó a la perfección, a pesar de que Darío III pudo haber explotado la creación de una momentánea brecha en la línea de combate macedónica, que, de haberse percatado el Gran Rey, podría haber conducido al ejército de Alejandro hacia el mar. A pesar de ello, Alejandro, en lugar de retirarse para cubrir el hueco entre la caballería y las falanges, desvió a su caballería sobre el flanco izquierdo del ejército Aqueménida, creando una gran confusión entre las filas enemigas y rompiendo su cohesión. Mientras Darío III intentaba en vano maniobrar su ejército para enfrentarse a la nueva amenaza, la falange e infantería pesada de Alejandro cargaron en el centro, acabando con el poco orden que existía en el ejército Aqueménida.

Hasta ese fatal momento, el ejército Aqueménida había resistido vigorosamente en su flanco derecho, aunque se hundieron al ver huir al resto del ejército. Fue en ese momento cuando se produjo uno de los hechos históricos más conocidos, esto es, cuando Darío III, al ver caer el ala izquierda de su ejército, y viéndose por ello derrotado, viró su carro para huir del campo de batalla, abandonando su campamento, y con ello, además de las insignias de su poder (túnica, escudo, arco y carro), a su madre, esposas e hijos que cayeron en manos de Alejandro. Cuando el resto del ejército Aqueménida vio huir al Gran Rey, al garante del orden, abandonaron definitivamente sus posiciones en desbandada. La caballería macedonica persiguió a los persas hasta que se ocultó el sol. Lo que siguió fue una masacre. Las narraciones de la batalla mencionan una gran cantidad de cuerpos apilados sobre el río Pínaro que represaban su caudal, tiñendo de un profundo rojo sus aguas. Las victorias de Alejandro junto al Gránico y en Issos, así como los triunfos más o menos simultáneos de Antígono en Asia Menor y del propio rey ante Tiro y Gaza, fueron para el macedonio de vital importancia y necesarios para su supervivencia. Aunque antes de llamar suyo al imperio gobernado por los monarcas Aqueménidas tuvo que superar casi once años de luchas ininterrumpidas.



Mosaico procedente de Pompeya que representa la huida de Darío en la batalla de Issos

Alejandro, acompañado de Hefestión, ante la familia de Darío. Hermitage Museum, St. Petesburgo

Bibliografía específica: 
BOSWORTH, A. B. 1980. A Historical Commentary on Arrian’s History of Alexander I, Oxford. 
BRIANT, P. 1996. Histoire de l´enpire perse. De Cyrus à Alexandre, Paris.
ENGELS, D. W. 1978. Alexander the Great and the Logistics of the Macedonian Army, Berkeley/Los Angeles/London. 
HAMILTON, J. R. 1969. Plutarch: Alexandre, A Commentary, Oxford. 
MOERBEEK, M. 1997. The battle of Issus, 333 BC, Twente.
ROGERS, G. 2004. Alexander: The Ambiguity of Greatness, New York.

lunes, 6 de junio de 2011

La PARSA Community Foundation ha otorgado 370.000 dólares a una serie de museos e instituciones para preservar y promover el arte persa

Como parte de su Mehrgan 2010 Grant Cyrcle y su firme compromiso para la preservación y la promoción de la cultura y las artes persas, la PARSA Community Foundation ha anunciado la entrega de cuatro becas a los principales museos e instituciones estadounidenses para ampliar sus programas relacionados con el arte y la cultura procedente de Irán. El Instituto Oriental de la Universidad de Chicago, que fue el receptor anteriormente de dos subvenciones de la PARSA Community Foundation, ha recibido una subvención de 200.000 dólares por su importante labor en la captura, registro y distribución de la información almacenada en las tablillas de arcilla procedentes del Archivo de la Fortificación de Persépolis. El archivo, compuesto por unas 30.000 tablillas y fragmentos de éstas, y que contiene cerca de 20.000 textos originales en escritura cuneiforme, principalmente en lengua elamita, inscripciones en arameo e impresiones de sellos, se encuentra en préstamo en el Instituto Oriental por el Estado iraní. Este archivo es el más grande y el que más información da sobre el Imperio Persa Aqueménida en su momento de mayor explendor. Proporciona información muy importante en relación a los idiomas en uso, al arte, a la sociedad, a la administración, a la historia, a la geografía y a la religión en el corazón del Imperio durante el reinado de Darío I. Este archivo ha transformado profundamente todos los aspectos de la investigación moderna sobre la historia y la cultura de los Aqueménidas.

El proyecto del Archivo de la Fortificación de Persépolis del Instituto Oriental de Chicago es el responsable del cuidado de estas tablillas, tomando imágenes digitales de alta resolución de los textos en las tablillas (explorando diversas tecnologías para tomar las mejores imágenes de las tablillas como el 3D, el laser y la tomografía), y registrando los textos y las impresiones. Un equipo editorial dentro del grupo revisa y prepara las ediciones de los textos, y todas las tablillas, textos e impresiones son cuidadosamente catalogados para su publicación y archivado. Hasta este momento más de 8.000 tablillas se han estudiado, resultando casi 40 TB de datos, y el equipo espera que la colección crezca hasta alcanzar las 11.000 tablillas durante los próximos dos años.

Como se ha mencionado ya a lo largo del blog, estas tablillas están siendo objeto de una dura batalla legal, donde los demandantes exigen al gobierno de Irán estos valiosos objetos como compensación. Con el destino del Archivo en una balanza, el Proyecto del Archivo de la Fortificación de Persépolis ha estado bajo mucha presión para limpiar, analizar y registrar tantas tablillas como fuera posible y tan rápido como fuera posible. La concesión realizada por la Fundación PARSA ayudó en gran manera, puesto que el proyecto necesitaba urgentemente promotores y otros recursos. Asimismo este proyecto ha recibido el apoyo de muchas otras organizaciones, donde se incluyen la Fundación Andrew Melon y el Fondo Nacional para las Humanidades. La Fundación del Patrimonio de Irán está trabajando también estrechamente con el proyecto del Archivo de la Fortificación, y apoya y promueva su trabajo:

"Después de casi ochenta años, el Archivo de la Fortificación de Persépolis está produciendo un creciente flujo de nueva información, una comprensión más profunda y descubrimientos sorprendentes. Asegurar que esta corriente continúa fluyendo supone mantener la confianza y la esperanza del préstamo iraní del Archivo al Instituto Oriental, aumentando el patrimonio cultural del que estas tablillas son los vasos humildes, y estableciendo el patrimonio anterior de sus herederos culturales y del mundo civilizado”, dijo Matthew W. Stolper, director del Proyecto del Archivo de la Fortificación de Persépolis.

jueves, 2 de junio de 2011

El sistema de caminos reales en el Imperio Persa Aqueménida

Ayer hizo un año que conseguí mi título de doctor. Quería celebrarlo colgando cuatro artículos procedentes de mi Tesis que han sido publicados en la Revista de Arqueología del Siglo XXI. Os dejaré los enlaces con la versión original, puesto que en la revista, no incluyeron las notas a pie de página. También podéis leer un resumen del contenido de mi tesis en la siguiente dirección: http://interclassica.um.es/investigacion/tesis/otras_tesis/el_sistema_de_caminos_reales_en_el_imperio_persa_aquemenida

1. De Susa a Ecbatana. Dos alternativas para el camino real Aqueménida: http://www.megaupload.com/?d=4KBWNX5T

2. El camino real Aqueménida entre Ecbatana y Drangiana: http://www.megaupload.com/?d=HTDPXS8G

3. El camino real Aqueménida entre Drangiana, Aracosia y la India: http://www.megaupload.com/?d=69JI4U84

4. El camino real en Asia Central: http://www.megaupload.com/?d=4ZX21M2M