Es muy conocido que los monarcas Aqueménidas cuidaron, supervisaron e impulsaron las técnicas de regadío en Irán, por ejemplo con el aprovisionamiento de aguas subterráneas, que hacían llevar a los campos a través de largos canales subterráneos que aprovechaban la pendiente natural del terreno (en árabe qanāt, en persa kariz). Del mismo modo, hay que tener en cuenta, que los persas exportaron sus conocimientos en esta materia a todas las regiones de su imperio, pues se han encontrado restos arqueológicos de estas obras de irrigación en los puntos más lejanos del imperio, como en la Bactriana y en el oasis de Kharga, en Egipto. Del mismo modo, las fuentes antiguas mencionan estas construcciones. Por ejemplo, tenemos conocimiento de la existencia de estos qanāts al pie del Elburz cuando se estudia la narración de Polibio (X, 28) del trayecto seguido por el monarca Seléucida Antíoco III, donde se menciona la presencia de una serie de qanāts que fueron perforados por iniciativa del poder Aqueménida, siguiendo éstos la antigua vía del Jorasán, estando abandonados, como indica Polibio, durante el periodo Arsácida.
En qué consistían estas estructuras. En primer lugar se cavaba un pozo principal sobre una colina, ya que el agua es más abundante en las montañas debido a la elevación orográfica, hasta alcanzar el acuífero o una fuente de agua subterránea similar, cuya presencia era reconocible por la humedad del suelo o por la existencia de vegetación con raíces profundas. Cuando se identificaba uno de estos lugares, se excavaba un pozo a modo de ensayo para determinar si el flujo de agua era suficiente para justificar la construcción. Posteriormente se construía un túnel casi horizontal desde el pie de la colina hasta la fuente de agua. Éste tenía que tener un ligero declive para permitir el descenso del agua, por un lado, y su control y racionamiento, por el otro. Cuanto más largo era el qanāt, menor debía de ser su declive. Además de este pozo, se cavaban otros pozos secundarios que unían el túnel horizontal con la superficie. Su objetivo era proveer ventilación para su construcción y mantenimiento, así como una vía de acceso para los trabajadores, y de la salida para la tierra retirada. El agua desembocaba así, generalmente, en forma de cascada, y podía ser contenida por medio de presas y pequeñas lagunas artificiales. Desde allí, los canales de riego llevaban el agua hacia el área cultivable.
Debido a su carácter subterráneo, que previene la evaporación, ya que los sistemas de canal abierto eran especialmente ineficientes en el clima extremadamente seco y caliente de la meseta iraní, el qanāt era útil para transportar el agua a largas distancias, siendo éstas incluso de hasta 70 kilómetros como se observa en Kerman. El eje vertical por lo general oscila entre los 20 y los 200 metros de profundidad, aunque los qanāts hallados en la provincia de Jorasán alcanzan hasta los 275 metros. Algunos tipos de qanāt que utilizaban zanjas profundas en lugar de túneles, sólo se aplicaban para distancias más cortas. Este sistema permitió a la dinastía Aqueménida mantener sus huertas y jardines, así como fomentar la agricultura. Aunque los métodos de construcción son simples, la construcción de uno de estos qanāt requería una compresión detallada de la geología subterránea y un elevado grado de sofisticación de la ingeniería. El gradiente del qanāt debía de ser cuidadosamente controlado, ya que si era demasiado superficial podía haber provocado la ausencia de flujo y si era demasiado excesivo podría haber dado lugar a una erosión excesiva que conllevaría al colapso del qanāt. Del mismo modo, una mala interpretación de las condiciones del suelo podía llevar a su derrumbe.
También se construyeron presas con este y otros fines (canalización del agua, almacenaje del agua potable) como bien se ha demostrado para el caso de Irán. La presa de Bard Burideh II (Kāmfīruz, Irán) es un buen ejemplo de estas construcciones. Ésta es una enorme estructura de piedra de 82 metros de longitud, de 6,5 metros de anchura, y de 3,4 metros de altura. Hay cinco aberturas a través de la estructura, con una sexta en la parte central que debe de ser reconstruida ya que fue demolida, por lo que el nivel del agua podía ser controlado por medio de estas esclusas. Estas aberturas, de 1,85 metros de altitud, con un arco redondeado en el lado occidental de 2 metros de anchura, y con una estrechez de 1,5 metros de anchura en la zona de contracorriente. La superficie superior llana no se extiende hacia el lado oeste, siendo solamente de 5,5 metros de anchura. La estructura está hecha con bloques de piedra caliza, los cuales fueron cortados de una cantera situada en la vecindad inmediata de la presa; los bloques estaban bien adobados, con una talla que varía entre 3 x 2 x 1 metros y 0,50 x 0,30 x 0,17 metros, estando unidos mediante grapas de hierro.
Alrededor del año 400 a.C., a juzgar por lo que nos transmiten las fuentes, ya que la arqueología está muda en este aspecto, los ingenieros Aqueménidas ya habían dominado la técnica del almacenamiento de hielo en pleno verano en el desierto. El hielo podía ser llevado durante el invierno desde las montañas cercanas, almacenándose en unas estructuras especiales, una especie de refrigeradores con enfriamiento natural denominadas yakhchal (es decir, pozos de hielo). De este modo, se preparaba un gran espacio subterráneo con gruesos muros de aislamiento que estaba conectado a un qanāt, y que contaba con un sistema de captadores de viento o torres que se utilizaban para extraer el aire fresco subterráneo desde el qanāt para mantener la temperatura en el interior del espacio en niveles bajos, incluso durante los calurosos días de verano. Como resultado, el hielo se derretía lentamente y el hielo estaba disponible durante todo el año.
Estructura de un qanat
Reconstrucción de la presa de Dorudzan
Yakhchal
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