Quedaba libre el camino que conducía a Babilonia y a los centros neurálgicos del reino Aqueménida, Susa y Persépolis. Babilonia y Susa fueron entregadas por sus respectivos sátrapas, que Alejandro confirmó en sus puestos; en cambio, Persépolis, la capital ceremonial del imperio, decidió resistir. En su camino entre Susa y Persépolis, Alejandro se encontró con dos grandes dificultades, los oxienos de las montañas y la posición defensiva Aqueménida en las Puertas Persas. En cuanto a los oxienos, Arriano (III, 17.1) menciona explícitamente que este pueblo estaba dividido en dos agrupaciones, los que vivían en la llanura, que se sometieron a Alejandro, y los que vivían en las montañas, quienes exigieron un pago para permitir que el ejército macedonio cruzara su territorio. Arriano, con posterioridad, cita una sucesión rápida de acontecimientos con referencia a la expedición de Alejandro contra los oxienos y la intervención de la reina Sisigambis para que este pueblo no fuera deportado tras su derrota. Sin embargo, Quinto-Curcio (V, 3.4-12), relata largamente además el sitio de una ciudad comandada por el gobernador de la región, Medates.
Lo que queda claro del estudio de los diferentes relatos, es que Alejandro encontró resistencia en su camino hacia Persépolis; lo más probable es que los oxienos guardaran el camino real Aqueménida que se dirigía hasta el Fārs, defendiendo fuertemente un paso estrecho bajo el mando de Medates. Él no estaba allí para demandar el pago de un derecho de paso, sino para detener, o en el peor de los casos, retrasar, el avance del conquistador macedonio hacia Persépolis. Noticias del movimiento de Alejandro desde Susa, y a lo largo del camino real que se dirigía hasta el río Kārūn, por lo tanto el territorio gobernado por Medates, debieron de ser transmitidas. La capacidad de los persas de pensar y actuar constructivamente se pasa por alto con frecuencia. Es enteramente plausible que Medates intentara retrasar el progreso de Alejandro, proporcionando así a Ariobarzanes más tiempo para preparar la defensa en las montañas situadas al sureste. Se puede por ello afirmar que tuvo lugar una batalla en un paso estrecho, donde Alejandro salió victorioso gracias a que la columna enviada para desbordar a los defensores apareció en las alturas tal y como lo describe Diodoro (67.5). Medates, viendo su posición superada, decidió retirarse a la ciudad que Alejandro sitió a continuación y que posteriormente tomó. Este encuentro tuvo lugar en unos pasos estrechos situados a la salida de la llanura de Khūzistān, al noreste de la moderna aldea de Batvand, sobre la moderna carretera que une Susa y Masjed-i Soleimān.
Tras superar esta posición, Alejandro se encontraría con un problema mayor en las Puertas Persas, defendidas por el sátrapa de Persia, Ariobarzanes. En el sitio, que se ha identificado en el valle de Beshār, al noreste de la moderna ciudad de Yāsūj, los persas se fortificaron en un paso estrecho para detener el avance del macedonio. Alejandro intentó superar la posición Aqueménida pero fue derrotado, viéndose obligado a retirarse por la acción de las catapultas emplazadas detrás de la muralla erigida por los persas en el paso y por las emplazadas en las alturas del desfiladero, así como por la acción de los arqueros persas. Alejandro, derrotado por primera vez, se vio obligado a rodear el paso para sorprender a los persas por la retaguardia, aunque esta acción era realmente demasiado complicada. Era invierno, y a pesar de que existían otros pasos en el Zagros, éstos estaban cubiertos de hielo y nieve. Alejandro, gracias a la ayuda de un guía local, del mismo modo que Efialtes había mostrado el camino para circunvalar el Paso de las Termópilas a Jerjes, encontró la mejor manera de rodear a los persas a pesar de las dificultades existentes. Si es cierta o no esta historia, al amanecer del segundo día tras la derrota macedonia, Ariobarzanes se vio atacado por el este por Alejandro y por el norte por Filotas quien se encargó de acabar con las posiciones persas emplazadas en las alturas. La última defensa Aqueménida había sido derrotada, y Alejandro tenía vía libre para tomar Persépolis. A finales de enero del año 330 a.C., el rey macedonio permitió que sus soldados la saquearan y ordenó entregar a las llamas el complejo palaciego, como simbólico acto de venganza por los actos sacrílegos realizados por Jerjes en Atenas.
Bibliografía específica:
BOSWORTH, A. B. 1980. Historical Commentary on Arrian’s History of Alexander I, Oxford, pp. 285-313.
HAMMOND, N. G. L. 1992. "The Archaeological and Literary Evidence for the Burning of the Persepolis Palace", The Classical Quarterly 42 (2), pp. 358-364.
SCHIPPMANN, K. 1999. “Alexander´s march from Susa to Persepolis”, Neo-Assyrian, Median, Achaemenian and other studies in honor of David Stronach, pp. 283-308.
SPECK, H. 2002. “Alexander at the Persian Gates. A study in historiography and topography”, AJAH 5.1.1., pp. 15-234.
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