Otro sitio pre-islámico iraní está en peligro de destrucción total como resultado del saqueo y de la negligencia de las autoridades. La última víctima son las ruinas de la ciudad sasánida de Rustam-Kavadh, emplazada en las inmediaciones de la aldea de Band-Qir en la provincia de Khūzistān. La antigua ciudad de Rustam-Kavadh es uno de los sitios arqueológicos más importantes de Irán, y todavía permanecía en el anonimato puesto que ningún estudio se había llevado a cabo en el sitio. Los daños a la ciudad están siendo causados como consecuencia de los proyectos de desarrollo ejecutados por las autoridades, por la falta de protección contra las inundaciones causadas por el río Gargar, por hacer la vista gorda ante las continuas excavaciones ilegales realizadas por contrabandistas y por las actividades agrícolas llevadas a cabo por los lugareños. El sitio fue inscrito en la Lista del Patrimonio Nacional, junto con otros seis lugares históricos, en 1931. Aunque el antiguo emplazamiento no ha sido demarcado, sin embargo, está registrado en la Lista del Patrimonio Nacional de Irán y cualquier tipo de construcción en y alrededor del sitio histórico debería estar prohibido.
Algunos sectores en ruinas de la ciudad han sido totalmente destruidos en los últimos diez años como resultado de la construcción de la ciudad de Rāmin, una nueva construcción para satisfacer la escasez de viviendas de la ciudad de Ahwaz. Además, algunas otras secciones del sitio han sido dañadas como consecuencia de la cimentación de una nueva carretera que pasa sobre el lugar, de la construcción de tuberías, y por las actividades agrícolas realizadas por los agricultores locales. De acuerdo con Gahestuni, el portavoz de la Sociedad de Entusiastas del Patrimonio Cultural de Khūzistān, el gobierno se negó a proporcionar unos 60.000 dólares para la demarcación del sitio el año pasado. Desde 1979, la inclusión de los sitios arqueológicos e históricos en la Lista de Patrimonio Nacional y la observación de su protección ha sido nada más que un papeleo burocrático. Como resultado, la destrucción del patrimonio cultural pre-islámico del país continúa sin cesar. No obstante, el principal infractor de las leyes que causan la destrucción de los sitios pre-islámicos iraníes, arqueológicos e históricos, es el propio gobierno iraní. Las ruinas de la ciudad, con su complejo sistema de agua y alcantarillado son un testimonio de su importancia y de la prosperidad de Irán en la antigüedad, lo que merece algo más que las excavadoras y arados agrícolas.
La ciudad de Rustam Kavadh, también conocida como Rostam-Ghobad, era un emplazamiento próspero del periodo Sasánida (224-651). La ciudad mantuvo su importancia durante el período post-sasánida, hasta que fue finalmente abandonada en el siglo XI. De acuerdo con Maqdassi, un geógrafo e historiador persa del siglo XIII, la ciudad de Rustam-Kavadh se había formado como resultado de la creación del río Gargar por Ardashir, el fundador de la dinastía Sasánida. Según estos informes, Ardashir dividió las aguas de la provincia y ordenó la excavación de una serie de cursos de agua, incluyendo el Ardashir-kān (Río Gargar). En la desembocadura del río construyó una presa llamada Band-i Qir (presa de betún) y un pueblo. Durante el reinado de Sapor II (241-272), el pueblo fue ampliado y convertido en una ciudad, siendo nombrado como Burg-i Šāpur (la torre de Sapor). El monarca Sasánida edificó dos embalses lo suficientemente grandes como para proporcionar agua potable a los habitantes de la ciudad. El emplazamiento experimentó otra importante fase de reconstrucción y expansión durante el reinado de Kavadh I (488-531) y fue renombrada como Rustam-Kavadh. De acuerdo con los relatos históricos, había ocho farsang (48 kilómetros) de viaje por el río hasta la ciudad de Hormuz-Ardashir (moderna Ahwaz).
Rustam Kavadh empezó a declinar tras la invasión árabe del siglo VII, y tuvo, más o menos, la misma suerte que el resto de ciudades iranias de la época, donde los habitantes que se resistían a aceptar el Islam fueron ejecutados y sus bienes retirados como botín. Las fuentes árabes tardías indican que la ciudad destruida se denominaba Askar Mokarram (campo de Mokarram), y que fue llamada posteriormente Mukarram bin Maza Harith, uno de los comandantes de al-Hajjaj ibn Yusuf al-Thaqafi (661-714), el gobernador Omeya de Irak. Al parecer, “Mokarram fue en busca de los fugitivos Kharijite, que estaban acampados en las ruinas de una ciudad Sasánida que los persas llamaban Rustam-Gavadh, y los árabes la llamaron por ello Rastaqobadh, el nombre de Askar Moharram". Parece que la ciudad fue revivida una vez más, siendo muy conocida hasta su caída final en el siglo X. Durante ese tiempo, la antigua ciudad y sus ruinas fueron testigos de una serie de resistencias y levantamientos contra los invasores árabes y, sobre todo, fue utilizada dos veces como un símbolo central de las dinastías de los Saffaries (861-1002) y de los Buyyids (932-1056). Durante la antigüedad, Rustam Kavad fue reconocida por su producción de azúcar de varios colores, así como por su industria textil y por la producción de seda. De acuerdo con las fuentes islámicas, el término neo-persa abrišam-e āskari, que hace referencia a un pañuelo de seda de alta calidad que se producía en Rustam-Kavadh, era posiblemente utilizado por la clase militar de la sociedad Sasánida.
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